Misogi Dojo de Aikido

Cuando me defiendo usando el Aikido.

“Cuando me defiendo usando el Aikido
no tengo intención de lastimar al otro,
es la intención del atacante la que le origina daño a él mismo.
Yo solo me defiendo evitando que el agresor me lastime y,
dentro de lo posible evitando,
que él mismo se lastime… eso es Aikido”


Julio Talerico Sensei



Hace unos días se produjo una pelea en la vía pública en la que un practicante de Artes Marciales (los diarios no se pusieron de acuerdo sobre que disciplina practicaba y tampoco es relevante puesto que la idea del presente no es demonizar a ninguna), en una pelea callejera que aparentemente se había iniciado dentro de un boliche bailable y continuado en la calle, terminó con la muerte de la persona a la cual se enfrentó.

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Mas allá de la noticia en sí misma que solo funciona como disparador, me interesa abordar el aspecto personal (o ético) de la cuestión.

No podemos saber si fue intención del atacante dar muerte a su contrincante, lo que sí sabemos es que ese fue el resultado obtenido y que los medios utilizados fueron golpes de puño y patadas, cuya alta peligrosidad se vio incrementada por el entrenamiento que éste tenía.

Son varias las preguntas que surgen al analizar el tema. Pero tal vez, la más relevante de todas sea ¿Tenía alguna otra forma de reaccionar aquel que finalmente se convirtió en asesino?

Desde el punto de vista de la ética de la defensa del Aikido, sí.

Podría haber escapado a la situación o evadido la confrontación. Pero no solo no hizo eso, sino que optó por la actitud exactamente opuesta, lo fue a buscar a la salida.

Pero aún así, habiendo cedido al impulso de “ir a buscar” al otro (impulso del que nadie está exento), podría haber utilizado alguna otra forma de dejar fuera de combate a su oponente sin poner en riesgo la vida de éste.

Muchas veces, en momentos de enojo intenso es difícil sofrenar el impulso de aplicarle al otro una técnica con violencia desmedida.

Pero… podemos después vivir con semejante carga sobre nuestros hombros, sabiendo que existía la posibilidad de defendernos igual causándole menos daño?

Julio Sensei diría: “…es una piedra demasiado pesada para llevar en nuestra mochila”.

Probablemente sea ese el aspecto principal a considerar al momento de decidir aplicar una técnica.

Sabemos que muchas de las que aprendemos día a día son letales. Está en nosotros decidir cómo queremos aplicarlas en cada caso particular.

Y más allá de si luego afrontamos o no una consecuencia legal por nuestros actos, si podremos o no cargar en nuestra “mochila” con semejante piedra.

O mejor dicho, ¿con que piedra queremos cargar?



La ética de la defensa

En la tira A, el hombre de la izquierda, sin provocación previa y por propia iniciativa, ataca al otro hombre y le mata. En relación con la ética, éste es el más bajo de los cuatro niveles: agresión no provocada en forma de ataque directo.

En la tira B, el hombre de la izquierda no ha atacado directamente al otro hombre pero le ha incitado a atacarle. Puede haber sido un insulto o con la provocación más sutil de una actitud desdeñosa. En cualquier caso, cuando el otro hombre responde a la incitación atacando, el primero le mata. Aunque éste no es culpable de lanzar al ataque, es responsable de incitar al otro hombre a atacar. Con respecto a la ética la diferencia entre la Tira A y la Tira B es solo de matiz.

En la Tira C, el hombre de la izquierda no ataca ni provoca al otro hombre. Pero al ser atacado, se defiende de una manera subjetiva, es decir solo atiende al “número uno” y el otro hombre resulta muerto o al menos gravemente herido. Según la ética, ésta es una acción más defensiva que las dos anteriores. El hombre que sigue en pie en absoluto es responsable del ataque, ya sea directa o indirectamente. No obstante, su manera de defenderse, aunque sea para protegerse de posibles daños, desemboca en la destrucción del otro hombre. Como vemos el resultado de las tres tiras A, B y C es idéntico: un hombre muere.

La Tira D ilustra la forma suprema de defensa personal ética. Sin atacar ni provocar, el hombre de la izquierda se defiende de tal manera, con tanto control y destreza, que el atacante no resulta muerto. En éste caso ni siquiera herido.

"Aikido y la Esfera dinámica", A. Westbrook y O. Ratti


Debemos entrenar entonces, no solo la técnica o nuestra resistencia física y destreza, sino también nuestra capacidad de discernir cuando, como y con qué intensidad reaccionar o actuar.

Este aspecto es uno de los más importantes del Aikido, a pesar de que a veces es dejado de lado por los instructores.

Es nuestro deber como artistas marciales ser responsable con el uso de las técnicas que aprendemos y utilizarlas solo en aquellos casos en los que no encontramos otra salida mas que defendernos, y siempre buscando preservar no solo nuestra integridad física, sino también la de nuestro oponente.

Hernán M. Gauna